A finales del pasado junio, Xoán López Secretario de la FGCP y un servidor, asistimos a la reunión anual del proyecto GAP2 en Ámsterdam. En la reunión con nuestros socios del proyecto realicé la siguiente presentación sobre mi experiencia de intercambio en Australia titulada: Fishing with Antipodes: are they weirdos? (Pescando con antípodas: ¿son raritos?).
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Contando peces con ROV, RUV y SCUBA
La revista Marine and Freshwater Research acaba de aceptar la publicación de un artículo sobre una comparativa de censos mediante buceadores, ROV y cámaras de video remoto (RUV).
Short-term performance of three underwater sampling techniques for assessing differences in the absolute abundances and in the inventories of the coastal fish communities of the Northeast Atlantic Ocean |
Pablo Pita, Diana Fernández-Márquez y Juan Freire |
Abstract |
Comparative works on sampling techniques allow selecting the best methods to study each target fish community. We analysed the structure of a coastal fish community in Galicia (NW Spain) comparing three techniques: diver-based underwater visual census (UVC), remotely operated vehicle (ROV) and remote underwater video (RUV). All the techniques detected abundant and frequent taxa, but divers obtained more precise and complete inventories (80% of identified taxa) than ROV (60%) and RUV (47%); fasters (only 1.4 days to achieve the estimated taxa list), compared to ROV (2.0 days) and RUV (475.7 days); and were more reliable to estimate the abundances of highly mobile, less abundant, less frequent, cryptic and smaller fish. Conversely, RUV obtained the poorest estimates of abundances, and though obtained more replicates (136), obtained more zeros (98%), compared with divers (16 replicates, 64% zeros) and ROV (11 replicates, 75% zeros). Furthermore, the economic cost of the video systems tripled the cost of the diving gears, consequently we recommend using divers to study the coastal fish communities in the shallow waters of the North Atlantic Ocean. However, further research is necessary to explore the full capabilities of video techniques in long-term studies, in great depths or in adverse weather conditions. |
MF12301 Accepted 02 July 2013 |
Murieron por la ciencia
El pasado 18 de mayo de 2013, en el marco del proyecto europeo GAP2, celebramos en la Cofradía de Aguiño un taller práctico para establecer la talla de madurez de las navajas. El taller fue impartido por Alba Hernández del Dpto. de Ecoloxía e Bioloxía Animal de la Universidade de Vigo y asistieron las Asistencias Técnicas de las Cofradías de Aguiño y Cambados y un servidor.
Establecer la talla de madurez es uno de los dos requisitos necesarios para realizar la evaluación de las pesquerías de navaja de Aguiño, Cambados y Bueu. El otro son las tallas de las capturas comerciales que realizan los buceadores (mas información aquí).
Alba explicándonos el método propuesto para estimar la talla de madurez de manera sencilla y rápida.
Un ejemplar de navaja, mostrando la gónada sobre el hepatopáncreas. La extensión de esta glándula se usa para estimar el estado de madurez.
Los asistentes al taller, estimando la madurez de las navajas de Aguiño.
Las navajas empleadas en el taller. Dieron sus vidas por la ciencia.
¡Qué bello es vivir! Abalones australianos y navajas gallegas
No puedo evitarlo. Me emociona Qué bello es vivir. Todas las navidades reponen este clásico que Frank Capra rodó en 1946 con el título original de It’s a Wonderful Life. George Bailey está a punto de suicidarse desde un puente cuando ve a un anciano a punto de ahogarse y se ve obligado a salvarlo. ¡La historia de su vida! Clarence, el anciano, es en realidad su ángel de la guarda. –Ojalá no hubiera nacido– le dice George en un momento dado. Y Clarence se lo concede. Cuando George vuelve al pueblo nadie lo reconoce y todo es diferente. En realidad todo es peor. Las buenas acciones que George realizó por su familia y vecinos durante toda su vida nunca se han producido. El resultado ha sido catastrófico para el pueblo. Desesperado, George vuelve al puente y pide que le devuelva su vida. Cuando su deseo le es concedido, George corre por el pueblo saludando a sus viejos vecinos, que ahora sí le reconocen. –¡Felíz Navidad!– les grita. Lagrimeo como un idiota.
Stephen Jay Gould utilizó este mismo argumento en su libro Wonderful Life (1989) para ejemplificar la importancia del azar en la historia de la vida. Gould defiende que el motor evolutivo está principalmente condicionado por la contingencia, no por la causalidad. Más allá de Gould, algunos historiadores actuales creen que la llamada historia contrafactual, la especulación sobre que hubiese pasado si no se hubiese producido un hecho determinado, constituye un método válido para el estudio de la historia.
En este sentido, cabría preguntarse que hubiese pasado si Jeremy Prince no hubiese sido pescador de abalones, además de biólogo. Jeremy desarrolló un método visual de evaluación de las poblaciones de abalones basado en la proporción de animales en edad reproductiva. Terry Adams, un experimentado buceador le proporcionó la clave. -A veces pescamos todos los abalones de un arrecife. No dejamos ninguno. Volvemos pasado un tiempo y vuelven a estar ahí.– le confió Terry en una ocasión. –¿De dónde salen, Jeremy?-. Tanto Terry como Jeremy sabían que los abalones tardan años en crecer y que se mueven muy despacio, por lo que la recolonización desde arrecifes cercanos es muy lenta. Pero entonces, ¿de dónde venían los nuevos abalones?. -Puedes hacerlo durante años.- Continuó Terry -Los pescas todos y siempre vuelven. Hasta que de repente un día se acabó y ya nunca vuelven más-.
Un abalón u oreja de mar en el Sur de Australia.
Terry además le comentó que ocasionalmente pescaba abalones con conchas extrañamente planas y limpias, sin algas en su superficie. Jeremy tardó un tiempo en darse cuenta de que se trataba de abalones inmaduros. Sus conchas son menos abultadas que las de los adultos debido a su menor volumen corporal. Jeremy también descubrió que los jóvenes son difíciles de ver porque se ocultan en grietas bajo las rocas. Por eso sus conchas no tienen algas, no disponen de luz suficiente.
Abalones en distintas etapas de maduración. A la izquierda inmaduros y a la derecha los maduros.
-!Eso es!- Infirió Jeremy. Cuando los buceadores pescan todos los abalones de un arrecife dejan a los inmaduros, ocultos bajo las rocas. De modo que al cabo de un tiempo estos maduraran y colonizan la superficie. Cuando vuelven los buceadores, aparentemente todo vuelve a estar bien. Además siempre hay varias generaciones de juveniles guardando cola para madurar, por lo que el proceso se puede repetir varias veces, hasta que simplemente se extinguen.
Jeremy ha usado con éxito durante años su método de evaluación visual, ya que es muy rápido y barato, pero siempre ha sido consciente de sus limitaciones: es impreciso y por ello excesivamente conservador. Cuanto más precisa sea una evaluación pesquera, mayores riesgos pueden ser asumidos por los gestores y por lo tanto, mayores capturas obtienen los pescadores. Pero las mejores evaluaciones son prohibitivamente caras. Resulta muy complejo estimar la cantidad de desove de una población, sobre todo para las poblaciones con un largo historial de explotación. Resultan necesarios años y un montón de especialistas con un alto nivel de conocimientos científicos para conocer la estructura de edad, el crecimiento, la producción de huevos, la mortalidad natural y por pesca, la biomasa y el reclutamiento de una población de peces.
Afortunadamente para esta historia, además de pescador de abalones, Jeremy es un experimentado biólogo pesquero. Por ello estaba al tanto de que la pesca altera la estructura de tallas de las poblaciones explotadas. También sabía que la cantidad de desove de una población se puede medir en términos relativos, lo que se conoce como la tasa potencial de desove o SPR. Es decir, el potencial reproductivo de los individuos que no son pescados. Esta definición es aplicable tanto para el individuo promedio de una población, como para una población en equilibrio con un esfuerzo pesquero estable. El SPR es inversamente proporcional a la intensidad de la pesca, de modo que un SPR del 50% permitirá la recuperación del recurso y un SPR <20% pondrá en riesgo el futuro de la pesquería.
Jeremy se cuestionó durante años la relación entre el SPR y la forma de los abalones. –La relación entre la altura y la longitud de la concha, ¿no es un índice bidimensional del cambio en volumen?, y el volumen, ¿no es un índice del peso?.– Se preguntaba mientras su perra lo paseaba camino de la playa. Y de repente algo hizo clic en su cerebro. -¡Entonces el SPR se puede estimar en los abalones como una función directa del peso!.– Exclamó mientras la gente lo miraba sorprendida y se apartaba recelosa-. Pero, si esto era válido para los abalones, ¿qué pasaba con el resto de especies?.
Demasiado trabajo urgente que realizar. !Y tres niños!. La idea quedó archivada en un cajón durante tanto tiempo que corrió peligro real de ser olvidada para siempre. Hasta que el azar, en la forma de Adrian Hordyk, un estudiante de doctorado, la rescató del olvido. O quizá Adrian estaba predestinado a encontrarse con Jeremy. El caso es que entre los dos analizaron las relaciones entre SPR, crecimiento y tamaño para una amplia gama de especies marinas, desde los caracoles hasta las ballenas. ¡Eureka!. Existe una relación genérica y simple entre el SPR y el tamaño corporal.
Adrian Hordyk, durante mi visita al Sur de Australia.
Jeremy y Adrian están terminando de crear una herramienta para estimar el SPR actual a partir del tamaño de madurez de la especie y alguna información acerca del tamaño corporal de la población. ¡Una herramienta que puede realizar una evaluación pesquera con una simple hoja de cálculo y datos procedentes de la propia pesquería!. La herramienta puede suponer una revolución para la gestión de las pesquerías, sobre todo para las pequeñas, tradicionalmente pobres en datos y en fondos para su gestión.
Jeremy, Adrian y yo trataremos de aplicar su herramienta para evaluar las pesquerías de navajas de la ría de Arousa. De esta manera los buceadores de navaja gallegos estarán en deuda con los buceadores de abalón de Australia. De la misma manera, yo estoy en deuda con Jeremy y Adrian por su inmejorable acogida en Australia. Quizá algún día podamos devolverles el favor. En todo caso, creo que es una suerte para las navajas gallegas que Jeremy decidiese un buen día convertirse en pescador de abalones.
Pescando abalones
Me despierto sobresaltado por un ruido infernal, algo así como si una grulla con graves problemas mentales se hubiera tragado uno de aquellos primeros módems externos. Tardo bastante en darme cuenta de donde estoy y de por qué me siento tan terriblemente cansado.
Después de uno de los viajes más largos que uno puede sufrir en avión, Jeremy Prince y Adrian Hordyk me han recogido en Melbourne para conducir durante otras 4 horas hasta Port Fairy. Un paseo para ellos en esta enorme isla donde los desplazamientos no se miden en km, sino en horas de conducción. Port Fairy está en la costa del estado de Victoria, al Sur de Australia. El sitio donde estar, según el lema del estado.
Port Fairy, al Sur de Australia, al amanecer.
Miro por la ventana del apartamento para tratar de identificar el origen del escándalo. No ha amanecido aún, pero la escasa luz que se filtra por las ventanas me permite vislumbrar a un pájaro blanco y negro, del tamaño y apariencia aproximada de un cuervo. El maldito bicho se debe de creer un ruiseñor y persiste, ggrrrrrrrrrrrrr-uiiiiiiiiiiiiiiiiii-prrriiiiiiiiiii. Estoy tentado de abrir la ventana y lanzarle un zapato, pero hasta donde yo se podría tratarse del último ejemplar de una especie única y no quiero provocar un incidente internacional.
Un megpie. Una de las aves más abundantes y ruidosas de Australia.
Jeremy y Adrian me recogen para ir a desayunar, nos sentamos en la terraza de una coqueta cafetería del centro de Port Fairy, una de las localidades más antiguas de Australia. En el transcurso del corto paseo hasta la cafetería contabilizo un total de 7 pajarracos más, mirándome de manera descarada. No son tan escasos, pienso para mí, recordando el zapato.
Jeremy está dirigiendo la tesis de Adrian desarrollando un nuevo método de evaluación de pesquerías, simple y de bajo coste. Algo que puede suponer una revolución para la actual gestión de las pesquerías. Especialmente para las pequeñas, que no pueden permitirse las carísimas evaluaciones tradicionales. Planeamos la jornada mientras me peleo con una porción de tarta que podría alimentar a una familia durante un mes. Nos reuniremos con Peter Ridle, un buceador local que le ha pedido a Jeremy que le eche un vistazo a sus arrecifes de abalones. Después nos reuniremos con el resto de los buceadores de abalones del Oeste de Victoria (WADA) y biólogos del Ministerio de Pesca. Los buceadores tratarán de consensuar una postura única de cara a la importante reunión de mañana. Mañana se la juegan. Deberán llegar a un acuerdo con el Ministerio respecto de sus cuotas de pesca para el año que viene. Si no lo alcanzan, el Ministerio hará prevalecer su propio criterio.
Jeremy es profesor de biología en la Universidad de Perth, en el Oeste de Australia. Además es consultor ambiental especializado en la gestión de pesquerías. Pero estoy seguro de que Peter lo respeta más porque también es pescador de abalones desde hace años. De hecho acaba de pasar un mes con su familia en Nueva Zelanda, donde posee una cuota de recolección. Jeremy ha desarrollado una herramienta visual de evaluación del estado de las poblaciones de abalones basada en su propia experiencia como buceador y en el conocimiento experto de otros buceadores.
Los más de 500 cv del barco de Peter nos hacen volar sobre las olas y en poco tiempo alcanzamos los arrecifes que Jeremy va a evaluar. Cuando termina es mi turno. El agua tiene un aguamarina intenso y no está fría. Mi única preocupación son los tiburones blancos. No es que abunden, pero en esta zona se capturó el mayor tiburón blanco de la historia de Australia.
Jeremy y Peter, conversando en el muelle de Port Fairy.
Bucearé con suministro de aire superficie, así que mi rango de acción se verá muy limitado por la longitud de la manguera. Antes de arrojarme sobre la borda miro alrededor de reojo, buscando una aleta en la superficie. Me zambullo. –Toc-toc, ¿hay alguien en casa?
Peter me ha pedido que le suba tres abalones grandes. Jeremy subió algunos hace un rato, pero no cree que vayan a ser suficientes. Quiere que los pruebe para ver que me parecen. El lastre del chaleco que me ha prestado Peter no me permite más que reptar por el fondo, pero logro hacerme una idea de cómo es el ambiente de los arrecifes en el que viven los abalones. No es tan distinto de las familiares aguas de Galicia, excepto por los tiburones, claro. Capturo los tres moluscos y subo al barco.
Un abalón (Haliotis sp.) en la costa de Port Fairy, Australia.
De vuelta en tierra, Peter cocina los abalones en su bonita casa, muy cerca del mar. Salteados con ajo, perejil y aceite. Previamente los golpea con una maza de madera para que estén tiernos. Tres veces. Ni una más ni una menos. Su sabor, un tanto vago, me recuerda al de la sepia. Después de todo los dos son moluscos. Pero en el mercado asiático valen su peso en oro, así que el total de la producción comercial se destina a la exportación. Sólo las escasas capturas realizadas por los buceadores recreativos se quedan en Australia.
Peter, en primer término y Jeremy, preparando los abalones.
Durante la sobremesa me entero de que la pesca de abalones en Australia comenzó en la década de los 60 del pasado siglo. En los 80 resultó claro que los abalones estaban desapareciendo, así que se instauró un sistema basado en cuotas individuales. A cada asociación de buceadores se le ofreció la explotación exclusiva de los arrecifes de su área, a cambio de que gestionaran el recurso de forma sostenible. Y lo hicieron. Sobre todo los buceadores de la WADA. Hasta que apareció el virus.
De derecha a izquierda, Adrian, Jeremy y Peter, charlando con otro miembro de la WADA.
En el año 2007 un criador informó de que los abalones de sus tanques se estaban muriendo de una enfermedad que literalmente los convertía en un grumo mucoso. Al poco tiempo ya estaba en el agua. Avanzó como un incendio forestal, devastando todo a su paso. Su tasa de mortalidad era de casi el 100%. Los buceadores estaban atónitos, a los tres días después del paso del frente de infección en el arrecife solo quedaban conchas llenas de mocos. El horror más absoluto. La corriente se llevaba los grumos cargados de virus e infectaba los arrecifes próximos.
Se trata de un tipo de herpes. Pero los herpes no matan a los organismos que infectan. Coevolucionan con ellos para maximizar su poder de infección. Si no matas a tu hospedador, tienes más posibilidades de infectar a otros. Jeremy especula con que el virus que infectó a los abalones saltó de otra especie. Y ni el virus ni los abalones estaban preparados para ello. El virus desapareció a los tres años, pero se llevó por delante a casi todos los abalones del Sur de Australia. Sólo algunos arrecifes se salvaron del desastre, sobre todo aquellos situados en zonas expuestas, donde los restos de los abalones muertos no quedaban retenidos.
Se tomaron medidas de control y se decretó el cierre de los arrecifes contaminados. En los arrecifes de la WADA se capturaban antes del virus 300 toneladas anuales de abalones. En 2012 se capturaron 40 toneladas. Ahora los buceadores creen que es el momento de subir las cuotas hasta un total de 70 toneladas. Además proponen flexibilizar el reparto de cuotas entre los arrecifes de manera que el esfuerzo de pesca pueda repartirse según las decisiones de los buceadores. Mañana se la juegan en la reunión con los delegados del Ministerio de Pesca.